ETAPA dura y de larga distancia: de hecho se trata de la
segunda ruta más larga, con más de 120 kilómetros. Debemos superar varios puertos, entre ellos
Los Tornos, el plato fuerte de la jornada. De entrada tenemos una
subida suave a la Varga: unos 5 kilómetros al 3% de desnivel medio. Una corta bajada nos conduce al valle de
Sotoscueva, por el que rodaremos unos kilómetros bastante llanos, aunque con repechos a la altura de
Quisicedo,
Quintanilla del Rebollar y
Barcenillas. A partir de este pueblo superamos una larga recta en subida hasta llegar a
Espinosa, donde
giramos a la izquierda dirección
Las Machorras. Poco antes de llegar a esta localidad tomamos un
cruce a la derecha, lugar en el que comienza el ascenso al
Portillo de La Sía, de 7 kilómetros.
De estos siete kilómetros, cuatro de ellos no bajan nunca del 6,5%. En mi opinión,
se trata de un puerto más duro que Estacas o Lunada, aunque sea el más corto de los tres. Los dos primeros kilómetros se acercan casi a porcentajes medios del 7% y discurren por zona de sombra. En el tercer kilómetro, algo más suave, es necesario parar en la fuente para llegar frescos arriba. A mitad de puerto contamos con un kilómetro de descanso, similar a un falso llano.
El resto de subida es muy constante, siempre con rampas del 7-8%, incluso alguna que supera el 10%. El último kilómetro es muy probable que lo subamos envueltos en la
niebla. Superamos dos curvas de herradura y ya casi coronamos el alto, junto a los molinos eólicos.
Es el momento de
descender hacia tierras cántabras
durante casi 20 kilómetros. Una
bajada rápida y con muchas curvas de herradura, algunas realmente cerradas. Sin embargo, contamos con una carretera de
poco tráfico y en buen estado, al contrario que la de Lunada o Estacas. A los nueve kilómetros se acaba el chollo y durante
un kilómetro volveremos a dar pedales para ascender el
Collado del Asón, un pequeño repecho. De nuevo
continuamos con la fuerte bajada, en la que encontraremos las curvas más cerradas de la etapa: 4 curvas de herradura, tres de ellas muy próximas entre sí. A partir del pueblo de
Asón, la bajada es casi inexistente y volveremos a llanear durante tres kilómetros, muy buenos para reagruparnos tras las diferencias hechas en el descenso.
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Panorámica de Los Tornos |
Llegados a
Arredondo, podemos optar por entrar en el pueblo a por
agua o seguir dirección Ramales, que se encuentra a unos 10 kilómetros. La carretera se hace
muy llevadera en este tramo, pues es casi llana o desciende poco a poco. Dejamos atrás
Riba y
Valle para entrar por fin en
Ramales de la Victoria, el punto más bajo de toda la etapa, a unos 80 metros sobre el nivel del mar. Nos encontramos en el ecuador del viaje, de modo que es el momento de
parar a comer y descansar en algún bar. Mejor no pasarse con la comida porque nos queda la parte más dura del recorrido, la ascensión al
Puerto de Los Tornos. Si la contamos desde el mismo pueblo de Ramales, son 19 kilómetros, pero es cierto que algunos de esos kilómetros no pueden considerarse como puerto por sus porcentajes.
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Última curva del puerto desde el mirador. Al fondo se ve el alto |
Tras salir de
Ramales, pronto encaramos una corta pero dura subida con rampas de hasta el 6-7% por una zona arbolada y de mucha humedad. Son
un par de kilómetros duros para coronar un alto conocido como El Tornillo. Ahora rodamos unos 7 kilómetros de
falso llano (entre el 1 y el 3%), entrando por unos momentos en la provincia de
Vizcaya a nuestro paso por
Lanestosa. Una buena idea sería
coger agua en esta localidad, cosa que en su día no hicimos. Entramos de nuevo en
Cantabria y más o menos a la altura del cruce de
Herada podemos decir que empieza la verdadera subida.
8 kilómetros que en ningún momento bajan del 6% de media, siendo los dos primeros los más duros, especialmente el segundo, que incluye dos curvas cerradas y un porcentaje medio cercano al 9%.
Conforme vamos subiendo este infierno,
la humedad va en aumento, haciendo más costosa la subida. Si a ello le añadimos el
tráfico que, sin llegar a ser molesto, sí que es
bastante más abundante que en otros puertos, estaremos más irritados sobre la bici. La
niebla es otro factor importante, pues aumenta la sensación de frío después de estar empapados, y sobre todo, no tienes referencias para calcular lo que resta de subida. Nosotros que no lo conocíamos, sufrimos un auténtico calvario. Por fin, y tras dejar atrás la zona del bosque, llegamos al
mirador en la última curva del puerto. De ahí al alto tenemos unos 250 metros.
Por fin podemos tomarnos un respiro en la
suave bajada hacia la provincia de Burgos, por la que pronto llegaremos a
Bercedo. Allí tomaremos la carretera que va hacia
El Crucero, que soporta mucho tráfico diariamente. Desde aquí hasta
Espinosa el camino vuelve a picar hacia arriba, aunque no de forma excesiva. En Espinosa podemos avituallarnos de nuevo y afrontar los últimos 20 kilómetros con las fuerzas que nos queden. Habrá que tener en cuenta los
continuos repechos que nos amenazan, en especial
la subida a La Varga, última dificultad de una etapa que terminaremos en descenso hasta
Pedrosa de Valdeporres.